Sí, parece una película de regreso al pasado, pero es que me faltaba contaros la primera edición del BCN&Cake en 2012.
Esta semana es la semana de vacaciones por excelencia en España, y seguro que estáis todos en la playa o en la piscina, así que ¡Al ataque!
Tod@s los amantes de la repostería estábamos súper ilusionados con esta feria. Era la primera que se celebraba en Barcelona y gente de toda España se preparó para venir. El precio era inmejorable 5€ la entrada de un día.
Abrían las puertas a las 10h. Mi amiga Carmen y yo ya teníamos las entradas que habíamos comprado por internet y a las 9:30h hacíamos cola como personas muy previsoras que somos. ¡Pues menos mal!. Menuda se lió. Murió de Éxito.
Mirad qué cola que había a las 10h cuando abrieron las puertas. Iba desde el pavellón de la Feria hasta la Plaza España y daba la vuelta. Locura, locura. Conozco gente que llegó y cuando vió la cola se marchó a casa.
Vino la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra a ordenar y controlar las colas. Prohibieron la entrada a más gente en la Feria por seguridad y para no superar los límites de Capacidad. Hasta que no salía gente no podía entrar otra.
Esto se tradujo en decepción para muchos. No pudieron entrar pese a tener entrada. mucha gente había venido desde Mallorca, Málaga, Granada y un montón de ciudades lejanas. Decepción y tristeza era el sentimiento general.
Dentro era la guerra. Sí. La guerra por poder asomar la cabecilla en un stand y mirar qué nos ofrecía, con qué nos asombraba. Había expositores de toda España y también extranjeros. Era una maravilla. Pero no se podía disfrutar. Había tantísima gente que ni podías acercarte a mirar los stands. La única manera de ver algo era si eras un gigante o si te quedabas mucho rato en cada stand, para poco a poco ir avanzando hasta la primera línea. Pero eso tenía su riesgo. acababa tu barriga aprisionada contra la mesa del stand y te quedabas sin respiración.
A pesar de todo, los que tuvimos la suerte de entrar éramos felices. Nadie nos podía borrar la sonrisa de la cara. Estábamos rodeados de arte, de dulces, de ideas, de talleres gratuitos en los stands, de ingredientes y utensilios a precios increíbles (eso no ha vuelto a pasar).
Pudimos ver a Alma Obregón haciendo su buttercream de Nutella en directo y probar esa mediática buttercream. Nos tranquilizó ver cómo Alma se sorprendía de lo difícil que era trabajar el Fondant en Barcelona. Que se notaba muchísimo la humedad y costaba más trabajarlo. ¡Y eso que era noviembre!
Nos pudimos probar delantales y gorros de pasteleras de película de amor y soñar con estar dentro de una de ellas.
Sí, estába en el paraíso de los reposteros. No quería salir de allí nunca. Pero con tanta afluencia de público, el bar de la Feria se quedó sin comida. Ni una bolsa de patatas, ni una lata de olivas, nada. No podíamos comer. Decidimos estirar al máximo nuestro tiempo y marcharnos cuándo nuestro estómago no pudiera más y nuestro cuerpo estuviera mareado. A las cinco de la tarde abandonamos el paraiso.
Espero que os haya gustado la crónica venida del pasado y que acabéis de disfrutar del verano.
Mabel (aventuresidesventuresdels30) dice
Ei jaja quina gràcia al veure el títol pensava que t'havies equivocat d'any… jajaj però ja he vist que és un remember…bona crònica!
una abraçada
My Little Dolç Corner dice
Ja, ja, Mabel. Tot podria ser perquè amb aquesta calor les neurones es desfàn i fas bestieses mùltiples.
Un Petó i bon estiu!